LA MEDIACIÓN, la vía alternativa, complementaria y pacífica de resolución de los conflictos.
La Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de 2008, define la mediación como “un procedimiento estructurado, sea cual sea su nombre o denominación, en el que dos o más partes en un litigio intentan voluntariamente alcanzar por sí mismas un acuerdo sobre la resolución de un litigio con ayuda de un mediador”. Detrás de esta definición aparentemente tan fría se esconde un procedimiento donde las partes, mediante una serie de herramientas, son capaces de gestionar el conflicto y de alcanzar soluciones constructivas.
Los principios de la mediación son la igualdad, la voluntariedad, el carácter no adversarial, la neutralidad, la confidencialidad, la flexibilidad e informalidad, la lealtad y buena fe y el respeto mutuo.
Es un procedimiento rápido, económico y eficaz, ya que son las partes las que deciden la solución al conflicto. Es un instrumento que favorece la cooperación, la comunicación y la participación de las partes, que asumen su responsabilidad. Tiene efectos ad futurum porque las partes no sólo consiguen alcanzar un acuerdo sino que éste satisface sus intereses y sienta las bases de la relación futura.
El mediador es quien dirige el proceso. Debe facilitar el diálogo, ser imparcial, generar confianza, ayudar a identificar y cotejar los temas de conflicto, favorecer el contexto adecuado, neutralizar los comportamientos negativos, remover los bloqueos, ayudar a establecer normas de interacción racional, ayudar a determinar qué tipos de soluciones son posibles y equilibrar el poder de las partes.
Desde un punto de vista material, la mediación puede realizarse en casi toda clase de conflictos. Si quieres una solución extrajudicial, económica, rápida y eficaz, que remate con un posible acuerdo y en el que las relaciones interpersonales se preserven, la mediación puede ser tu procedimiento.